sábado, 11 de junio de 2011

LA MISTERIOSA VISITA DE SANTI CABEZAS


Nunca imaginé, hasta ayer, que algo que puede pasar inadvertido en tu vida, sin embargo, puede ser lo que haga que las cosas sean como son.

Como cada martes, jueves y viernes, hice un poco de tiempo en la red hasta emprender el rutinario viaje hacia Medina del Campo.
No recuerdo si hacía frio, ni si ya había anochecido. Solo recuerdo la hora de partida. Las 19 h.
Me acomodé en mi Fiat, como siempre, tras haber cerrado la valla metálica, y puse la radio. En esos meses sitonizaba una cadena musical. Desde que estalló la crisis me protejo con música del pesimismo, esa enredadera que crece y crece hasta ahogar y hacer desaparecer cualquier señal de esperanza. Ahora escucho Radio 5 porque, a veces, cuentan un cuento infantil. Los cuentos son lo más verdadero que se puede escuchar, o leer.
Hice el viaje como siempre, tranquilo y pensando en las tareas que deberíamos hacer en el entrenamiento y los mensajes que debería transmitir. Era un entrenamiento más.
El viaje a Medina tiene su encanto, aunque la rutina siempre hace que las emociones se diluyan.
A mi me gusta atravesar los pinares viejos entre Valladolid y Puenteduero, siempre con gente paseando, corriendo, patinando, andando en bicicleta... Y siempre frondosos y limpios. Los pueblos pequeños con pequeñas casas y grandes casonas.Los jardines modestos, los adobes y las estrecheces de la vieja carretera en las travesías.
A la derecha, cada día, la puesta de sol, ese momento único que hace que merezca la pena vivir. Los campos, la ribera, los viñedos, los cerros a lo lejos y ese coche con el que me cruzo siempre.
El paso lento por Serrada y sus monumentos al aire libre y luego La Seca precedida de una ermita y despedida con bodegas.
La última subida, la última curva y aparece Medina en medio de un gran campo. Destaca el puto silo que me revuelve las tripas cada día porque tapa la visión épica y magnífica del Catillo de la Mota. Supongo que ese silo servirá para algo, pero yo le ponía dinamita en los cimientos y a tomar por culo esa mierda de edificio que jode la vista en la llegada a Medina.

A veces cruzo el pueblo y otras veces lo rodeo. Aquel día fuí por la autovía hasta la última entrada, la del Hotel y ese puticlub cutre.
Me dirigí al campo nuevo como siempre. Aparqué mi coche blanco, apagué la radio, ese día no hubo cuento, pero pusieron "She´s always a woman" de Billy Joel. Me gusta esa canción.
Cogí mi bolsa negra, con mis botas negras, viejas y rotas, mis Copa Mundial. Sus agujeros conocen el piso de unos cuantos campos, me acompañan desde hace mucho.
Cuando entré al distribuidor me sorprendió ver a Santi Cabezas charlando con algún jugador con el que años atrás había compartido vestuario.
Curiosamente esa semana había publicado en el blog una entrada que se titulaba Dios y el fútbol y que terminaba diciendo algo sobre Santi.
Saludé atentamente y me dirigí a mi vestuario,también es el de los árbitros. Es el vestuario de los apestados del fútbol, árbitros y entrenadores, gente sospechosa.
Estaba acabando de cambiarme cuando llaman a la puerta y piden permiso para entrar.
Era Santi Cabezas.
Allí estaba frente a mí, solos, cara a cara. Íbamos a decirnos unas cuantas cosas. Íbamos a hablar...de Dios, del fútbol, o seguramente de algo más importante...

Aquella reunión inesperada marcará mi vida para el resto. Todo habría sido distinto y lo será en el futuro por culpa de aquella breve o no tanto conversación.

Solo pude darme cuenta ayer, cuando me reuní con la junta directiva del club y salió a relucir aquel episodio anodino de la temporada. La misteriosa visita de Santi Cabezas.

Sé que hay muchas personas a quienes el hígado les falla por no poder saber qué se trató en aquel pequeño vestuario. Parece ser que se especula con todo tipo de posibilidades. Hay quien dice que Santi también quería tomar el vermouth o un café con Dios y que yo se lo presenté.
Hay quien ha estado a punto de emigrar a Mozambique para poder olvidar aquel suceso y no pensar en él, era tal el tormento por no saber cuales fueron nuestras palabras.
En los mentideros de Medina se dice que aquella visita fué el origen de que la ahijada de mi abuela sea hoy la alcaldesa medinense.

Todo lo que ocurrió después, tuvo que ver con aquello, incluso el sunami que reventó Fukusima.

La desazón de algún directivo por aquella irresponsabilidad me hizo ver que realmente aquello fué más que una visita. Aquel suceso hará que corran ríos de tinta para averiguar y explicar lo que Santi y yo hablamos aquel día, aquella noche, en ese puto vestuario mientras los jugadores se hacían las mismas preguntas esperando que yo saliese y dijese: "Venga vamos a empezar..."

Solo Santi y yo, y quizás Dios, sabemos si lo que se dice por ahí es verdad o si son síntomas de una paranoia que puede atacar a quien está en contacto con la Gimnástica Medinense.