domingo, 10 de abril de 2011

EL HIJOPUTA




En "Mazurca para dos muertos", Camilo José Cela nos da pistas para detectar al hijoputa, sus señales son las siguientes:
"La primera señal del hijoputa es el pelo ralo… la segunda la frente buida… la tercera la cara pálida… la cuarta la barba por parroquias… la quinta está en las manos, que son blandas, húmedas y frías… la sexta es el mirar huido… la séptima es la voz de flauta… la octava es el pijo fláccido y doméstico… la novena señal del hijoputa es la avaricia..."

Lo siento, pero no doy el perfil por ningún lado.

Lo digo porque ayer cuando me disponía a hacer una sustitución durante el partido, sonó a mi izquierda en tono violento: "... y ahora quita a fulanito,este hijoputa nos está jodiendo...", o algo así.
Como es normal ni giré la cabeza,pero las palabras quedaron grabadas.
Otro quizá se hubiese vuelto y hubiese comenzado un episodio violento.

Habían ido a ver el partido mi sobrino y su amigo que tienen 14 años y estaban sentados al lado del energúmeno insultador.

Se quedaron con su cara y cuando acabó el partido salieron para ver cual era su coche y con quien estaba o con quién hablaba.

Cuando salí del vestuario me encontré con los chicos y emprendimos el viaje de vuelta en mi coche.

-¿ Has oido al que te ha llamado hijoputa?, preguntó mi sobrino.¿Por qué no le dijiste algo?, ¿No vas a hacer nada?

-Evidentemente no. Estas cosas no hay que darlas importancia. Es un hombre seguramente violento y nunca será capaz de razonar. Es mejor ignorarlo.

-Pero te ha insultado, deberías darle su merecido.

No comprendían bien que no hubiese replicado o que no fuese a buscarle y por lo menos, devolverle el insulto.

Continuamos el viaje comentando algunas jugadas del partido, el segundo gol, con el balón en el área pequeño un rato largo sin acertar a despejarlo.

Los dejé en casa y debieron estar comentando la jugada.

-Tu tío debería haberle partido la cara a ese payaso. Tenemos que hacer algo. Las cosa no pueden quedarse así, si se permite que un imbécil insulte de esa manera y delante de todo el mundo, al final hará lo que quiera.

-Bueno, será mejor dejarlo correr, ya pasó, no hay que darlo más vueltas, dijo mi sobrino.

-Si tu tío no hace nada lo vamos a hacer nosotros. Vamos a reventarle el coche a ese cabrón. Tiene que aprender.

-Pero nos pueden pillar y va a ser peor.

-Eres otro gallina como él. Devuélveme la Nintendo y no me vuelvas a hablar, no quiero saber nada de tí.

Adolfo, que es el nombre del compañero de Jesús, mi sobrino, se fué a casa y navegó por internet buscando la manera de fabricar una bomba casera. Rápidamente encontró cómo fabricarla y además podía encontrar los materiales fácilmente en el taller de su abuelo que tenía una cantera y a veces utilizaban dinamita.

Al día siguiente Jesús, que no quería ser rechazado por su amigo, fue a verle para decirle que contase con él.

El plan era el siguiente, fabricarían un artefacto muy potente, con una mecha larga para que les diese tiempo a alejarse del coche del payaso, que iban a hacer volar.
Hicieron una prueba, primero con un artefacto pequeño para calcular cuantos necesitaban para reventar el coche del bocazas.

Cuando lo tenían preparado, ya habían indagado, dónde y cuándo, aparcaba el coche el soplapollas, y quedaron en ir al siguiente día muy temprano.

Se presentaron, para que no hubiese nadie por allí, a las 7 de la mañana del domingo, en la calle donde estaba el auto aparcado.
Colocaron los cartuchos metálicos que llevaban en la mochila debajo del coche y mi sobrino tuvo el privilegio de encender la mecha. Se retiraron rápido y esperaban tras la esquina para ver la explosión, cuando de repente, aparecen acercándose al coche, una madre con su hija haciendo footing.

Jesús empezó a gritar que parasen, pero como no lo hacían, salió corriendo hacia ellas para detenerlas antes de que llegasen al coche.
Pero fué entonces cuando aquello estalló y los tres quedaron en el suelo incoscientes y malheridos. El coche voló y quedó detrozado.
Adolfo llorando y deseperado llamó a una ambulancia. Pensó que Jesús había muerto. Estaba desolado, arrepentido, y solo pensaba que había matado a su amigo.
No había muerto, pero estuvo a punto.

Ellos me contaron lo que pasó.

Ellos aprendieron que la violencia se sabe cómo empieza pero no se sabe nunca como puede acabar.

En infinidad de partidos de fútbol y sobre todo de categorías inferiores aparecen episodios de violencia. Se sabe como empiezan pero no se sabe como acaban. Hace poco un chico mató a otro por una discusión durante un partido. Aquí, en España. Año 2011.

Este relato, es parecido a una parte del argumento de la película de Sussan Bier " En un mundo mejor". Una interesantísima reflexión sobre la violencia.
Si ya han visto Torrente, este drama trágico es muy recomendable, sobre todo para los hijosdeputa.

2 comentarios:

santiago dijo...

Me gusta esa visión que tienes...de las cosas. Yo que soy de sangre algo más calentita...bueno....ya sabes.
Un abrazo.
Ah y por cierto ¡Buen trabajo!...hay que estar en esas condiciones.
S.C

santiago dijo...

Ese vestuario tiene buenos nombres, incluso buenos jugadores, pero hábitos poco saludables y por supuesto incompatibles con el deporte.